Cambios en la reglamentación térmica chilena: El equilibrio entre medición y confianza

Este año entran en vigencia dos grandes cambios en el diseño de nuestras viviendas relacionados con la reglamentación térmica. En el artículo anterior publicado en este blog, abordamos la motivación detrás de estas modificaciones. Hoy, desde nuestra perspectiva, explicaremos el porqué de la dualidad de metodologías.
El Ministerio de Vivienda y Urbanismo (Minvu) logró este año materializar el primer gran cambio, introduciendo las modificaciones prescriptivas establecidas en la Ordenanza General de Urbanismo y Construcción (OGUC). Esto se alinea con su segundo gran logro, iniciado en conjunto con el Ministerio de Energía bajo la Ley 21.305: la aplicación obligatoria de la metodología prestacional, que es la Calificación Energética de Viviendas (CEV).
La coexistencia de metodologías prescriptivas y prestacionales no ha estado exenta de controversia, y con justa razón. Las medidas prescriptivas imponen condiciones de borde que, de alguna u otra forma, coartan el diseño. Este diseño es tan necesario para satisfacer el constante anhelo de nuestros arquitectos de enriquecer nuestras ciudades, no solo cumpliendo con lo funcional, sino también permitiéndonos apreciar la belleza estética.
Para comprender estas dos metodologías, podemos usar como ejemplo la acción de abrigarse. Las condiciones prescriptivas son cualitativas. En este ejemplo, predicen que si te abrigas, sentirás menos frío, ya que tu cuerpo perderá calor más lentamente. Los métodos prestacionales, en cambio, buscan cuantificar cuánto calor perderás. Es decir, dado que te abrigaste, tu pérdida de calor es de una cantidad “X”.
Aunque cuantificar la pérdida de calor en el caso de nuestros hijos tenga poco sentido –pues buscamos que no se resfríen–, en el caso de una casa sí es importante. Tal como vimos en el artículo anterior, la pérdida de calor impacta en la cuenta de fin de mes y, a nivel país, en el consumo de energía y la contaminación. Esto permite tanto al usuario conocer su potencial gasto como al Estado definir límites. Vistas de esta manera, las metodologías prestacionales son el camino a seguir, y, claro, a nivel mundial –y Chile también– se está tendiendo hacia esto, ya que nos permite tomar decisiones y definir políticas públicas.
No obstante, es fundamental entender la existencia de las metodologías prescriptivas y el período de transición en el que nos encontramos. Hasta hace pocos años, no existían metodologías nacionales estandarizadas, técnicamente robustas y de aplicación simple, y por ende masivas, que nos permitieran depender de metodologías de cálculo prestacionales.
Hay que comprender que de poco le serviría al Estado imponer una cuantificación de energía en las viviendas, por ejemplo, 30 [kWh/m2-año], si las reglas para cuantificarlo no están claras y, por lo tanto, estandarizadas. A su vez, tampoco puede pretender que esto se masifique en las aproximadamente 100.000 viviendas que se construyen al año si no cuenta con una metodología simple para su aplicación masiva. Entonces, de poco le servirá al Estado si no puede confiar en que los resultados son homologables y, por ende, comparables. Y un flaco favor les harán a los usuarios y a la industria si se les cambian las reglas del juego constantemente.
Las metodologías prestacionales estandarizadas que cumplen con estos cuatro pilares –nacionales, robustas en lo técnico, simples de utilizar y masivas– son recientes, tanto en Chile como a nivel mundial. Por consiguiente, están sujetas a una constante mejora, lo que implica que su cuantificación puede variar. Está claro que lo prescriptivo, al ser cualitativo, no induce a error, ya que, volviendo a la analogía, no cabe duda de que estamos más abrigados. Sin embargo, la necesidad de cuantificar sigue existiendo, puesto que las políticas públicas, los bonos verdes y el impacto ambiental de nuestras decisiones deben medirse.
Aunque todos los países, incluido Chile, están tendiendo hacia las metodologías prestacionales, como planteamos, definir políticas públicas basadas en cuantificaciones es arriesgado. Si dichas cuantificaciones varían, los usuarios y la industria pierden confianza en los resultados.
Hoy nos encontramos en el proceso de migrar de condiciones cualitativas a cuantitativas. Este proceso es necesario para poder afrontar los cambios climáticos de la sociedad actual y de la sociedad que queremos legar a nuestras futuras generaciones.
E3 Ingeniería y Sostenibilidad ha sido propulsora de metodologías prestacionales en los últimos 10 años , diseñando la actual CEV para el Minvu y la futura Calificación Energética de Edificaciones de Uso Público (CEEUP), parte de la Ley 21.305. Sin embargo, creemos vehementemente que esta dualidad, quizás incómoda para algunos, es completamente necesaria para el período de transición en el que nos encontramos.
Celebramos el principio de la mejora continua, tan necesario en cualquier sociedad, pero también la precaución en la dualidad. El principio de la mejora continua se asienta con firmeza en las metodologías prestacionales. Es acertado que el Estado las promueva, pero, comprendiendo el rol que debe cumplir y la frágil confianza de los distintos involucrados, es igualmente acertado mantener la precaución de la dualidad.
Por Matías Yachan, Gerente General E3 Ingeniería.